Crónicas de una constitución anunciada. Entrega final

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Investigador Independiente
La revista digital Democracias es un espacio dedicado al análisis de los procesos políticos de la región latinoamericana. Presenta el mundo visto a través de los ojos del millennial, convirtiéndose en amplificador de las ideas disruptivas de esta generación. El principal objetivo es propiciar el debate público de las ideas, al contraste de argumentos, y la deconstrucción de los conceptos preestablecidos

Por: Amhed Hernández Echeverría

Amhed es el primer cubano en formar parte de la Red Centroamericana y del Caribe para el Servicio Público. Fungió como Representante Estudiantil en la universidad de la Habana, Cuba. Fue coordinador del Modelo de las Naciones Unidas de La Habana.

Amhed Hernández Echeverría|REDCA Cuba

El pasado 24 de febrero de 2019, quedó aprobada, como era de esperarse, una nueva Constitución para Cuba. Más allá de este suceso y sus resultados, la fecha dejó algunas interpretaciones importantes sobre la Cuba actual y los próximos pasos que dará a corto y largo plazo. La pregunta era sencilla, ratificar o no el proyecto de Constitución de la República que desde medidos de 2018 se viene debatiendo en el país, luego de ser redactado por pequeño grupo de diputados dirigidos por el ahora expresidente Raúl Castro.

Lo primero a destacar fue la irrupción en la política cubana de las nuevas tecnologías de la de la información y las comunicaciones. Este fue un hecho novedoso en un país como Cuba, donde su población apenas tiene acceso a conexión por datos móviles desde diciembre de 2018 y en donde las tarifas de acceso a Internet siguen siendo escandalosamente costosas. Fue fundamentalmente en Facebook donde se evidenció con más fuerza el debate político en torno al proceso de Referendo constitucional, plataforma donde los y las votantes pudieron opinar en una libertad poco acostumbrada, mezclándose además  los criterios de la numerosa emigración cubana con los residentes en la isla caribeña. Paulatinamente fueron apareciendo desde la red de redes, opiniones más divergentes, contraponiéndose a la fuerte campaña mediática que el gobierno hizo por el Si, a la par que censuraba y negaba cualquier espacio de diálogo y manifestación de ideas a los que apoyaban el No. Una vez más Internet, ha demostrado que constituye un espacio importante para la socialización política que no puede seguir siendo desconocido por el aparato gubernamental y político de la Cuba socialista.

Un rápido análisis de las cifras oficiales de la votación destaca la participación del 90.15 % de los 9.298.277 electores. Esta cifra es particularmente elocuente, pues indica un inusual ausentismo de más de un millón de electores que se abstuvieron de votar. Del total de cubanos y cubanas con derecho a voto, el 78,3% lo hizo afirmativamente, porcentaje que dista del 97% con el que fuera aprobada la anterior Constitución cubana en febrero de 1976. Todo lo anteriormente expuesto, sosteniendo que son totalmente reales los datos de la oficialista Comisión Electoral Nacional, en un proceso sin observadores internacionales, sin mecanismos independientes de supervisión y control y en donde el marcado de la boleta fue hecho: ¡a lápiz!

Los votos obtenidos por el NO ascendieron 706.400 para el 8,11%, que al agregar los votos de los ciudadanos que anularon o dejaron en blanco sus boletas, tenemos que 2 482 108 electores del actual empadronamiento se negaron a poner en la boleta el Sí tan aclamado por el sistema. Y es aquí donde radica lo curioso de este Referendo. Bajo las reglas del juego que impuso el gobierno cubano, donde hubo una sistemática censura a quien optara por el voto negativo bajo disímiles pretextos y donde solo se podía realizar campaña por el Sí; es notable que más de un 20% de los votantes no refrendara el texto constitucional.

Habrá que analizar ahora como todos estos ciudadanos dispondrán en el futuro cercano de sus propios mecanismos y medios de representación política e institucional en la Cuba socialista y monopartidista. Desde el punto de vista de los derechos políticos no puede continuar ignorándose la gravitación de un componente cada vez mayor (de más de un 20 por ciento) contrario, o crítico como mínimo, al status quo imperante desde hace más de 60 años.

Por ahora quedó demostrado que la Cuba del 2019, ya no está en tiempos de la unanimidad, si es que existió en algún momento, sino en tiempos de la mayoría.  Habrá que ver como se comienza a implementar esta nueva Carta Magna, en una nación donde ya se expuso que existe pluralidad política. Habrá que esperar como se implementan los tantos cambios jurídicos que acompañan al nuevo texto constitucional en los diferentes ámbitos de la nación. Como persiste, en todos los niveles, el sistema de elección indirecta, más típico de sistemas parlamentarios y no de sistemas presidencialistas. Y Cuba, con su “parlamento” actual, que apenas sesiona 72 horas dos veces por año, tiene muy poco de parlamentario y mucho de presidencialista. Habrá que exigir que se integre al siempre unánime “parlamento” cubano, ese por ciento que representa un pensamiento diferente, un proyecto de país distinto. Se impone aspirar a un sistema político más maduro que sepa convivir con la minoría. Y es que las minorías no tienen que esperar a ser mayorías para tener derechos. Solo así comenzaremos a edificar una nación más democrática. Este el único camino para un mejor país, construido definitivamente, bajo esa fórmula martiana de amor triunfante: “con todos y para el bien de todos”.

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