Por: Aarón Ríos Sarmiento
Está claro que el nacimiento del Grupo de Lima fue directamente para establecer una plataforma de Ministros de Relaciones Exteriores de todo el Hemisferio occidental a fin de tener como única agenda el asunto de Venezuela. De hecho su nombre nos indica su lugar de nacimiento, Lima – Perú, y su fecha, en el gobierno del vacado presidente Pedro Pablo Kuczynski. Desde ahí se constituyó como un guiño a la política exterior norteamericana que hasta entonces no había girado hacia América Latina, si bien no en lo visible existía ya al menos la intención en la agenda.
El desarrollo del Grupo de Lima vino como anillo al dedo para iniciar acciones tanto dentro como fuera de Venezuela de una manera mas articulada entre los distintos actores intervinientes, a su vez esto se vio fortalecido por la nueva mirada de la política exterior estadounidense y la intención del Presidente Trump de replegar fuerzas en Medio Oriente y mas bien centrar estrategias y acciones para con nuestro Hemisferio. Esto ha permitido centrar más la atención mundial sobre el caso venezolano.
Todo esto conllevó a un gran proceso, iniciado con la proclamación de Juan Guaidó como Presidente encargado de Venezuela, llevando a cabo acciones diplomáticas en todo el mundo de la mano con las diplomacia americana, buscando y obteniendo el reconocimiento de Guaidó y por ende el desconocimiento de Maduro.
Surge en medio de las acciones un hecho que suscita la atención mediática, el llamado Venezuela Aid Live, el concierto organizado por el multimillonario Richard Branson en Cúcuta, Colombia, en plena frontera con Venezuela, en medio del cual se pretendía contar con algunos presidentes de la región y ayudar al paso de ayuda humanitaria hacia Venezuela. Sin embargo resulta interesante ver que el principal actor del Grupo de Lima, el Perú, no estuvo presente en dicho evento, ni fue el Presidente Vizcarra, ni fue el Canciller peruano, de hecho ningún representante peruano estuvo en dicho evento. El presidente del Perú, sus ministros y algunos congresistas estaban ya por viaje en España en cita con el Rey Felipe VI. Y si analizamos este hecho, logramos ver que ya no hay una clara posición en la política exterior peruana respecto de la crisis venezolana, ya que siendo el actor principal y aglutinador del Grupo de Lima, no estar presente en los actos importantes que de ella deriven, es por decir lo menos incongruente. Pero como en política no existen coincidencias y azares del destino podemos divisar grietas en la posición peruana sobre Venezuela o si somos mas arriesgados en la proyección podríamos decir que hasta ya existe en giro en la posición, un cambio en la misma.
La política exterior manejada por Juan Guaidó está claramente direccionada a tender puentes de colaboración eficaz con aquellos países que son mas confrontacionales con Maduro y que hasta sortean, al menos en lo mediático, la opción militar contra el régimen. Tal es el caso con Colombia, Brasil, Chile, los cuales están abiertamente enfrentados con Nicolás Maduro y su séquito. Es por ello que el Presidente (e) Juan Guaidó visitó Colombia para el concierto, luego estuvo en Brasil, pero optó por no visitar el Perú y mas bien centrar la atención en su regreso a Venezuela y convocar a la ciudadanía a seguir presionando al régimen de Maduro para lograr su caída.
Si por otro lado analizamos las acciones del Presidente Vizcarra, que primero estando listo para asistir a la asunción del mando en Brasil del Presidente Jair Bolsonaro, y retiróse de la misma por un tema menor en Perú, el hecho de que habían relegado del cargo a los fiscales que veían el caso de corrupción de Odebrecht, sí!, esa red de corrupción que se enquistó en la región con ayuda de la izquierda latinoamericana, el Foro de Sao Paulo y Lula da Silva, estando estos fiscales peruanos en el ojo de la tormenta ya que estarían favoreciendo a algunos implicados en casos de corrupción con la constructora multinacional en detrimento de otros implicados y sobretodo perjudicando al propio Estado peruano. Pero cuando ocurren acontecimientos de verdadera importancia como los desastres naturales en norte y sur del Perú, y hechos en materia de política regional como la crisis venezolana, se ve una clara ausencia. El hecho de que el Perú haya sentado una posición de no intervención militar en Venezuela, no quiere decir que no deba intervenir en los esfuerzos de seguir aportando en la búsqueda de una solución a la crisis.
No obstante vemos que esta postura de no intervención se ha convertido en una política de ausencia respecto de la crisis venezolana. Pasar de haber sido el eje principal del Grupo de Lima a convertirse en el principal ausente respecto del mismo. Queda más que claro que, o hay divisiones en la postura peruana o hay un giro en sentido contrario. Lo veremos en los siguientes pasos, a estar atentos.
Muy importante, sobre todo actual y abre puertas a visualizar nuestro futuro.