Muchos jóvenes incursionan en política y activismo social por convicción acerca de los cambios necesarios en el contexto de su entorno. El estilo de los activistas sociales o políticos puede reflexionarse y formarse desde variadas aristas y objetivos, examinando sus elementos relacionados con las estructuras institucionales, niveles de preparación en participación ciudadana o incluso evocando el nacionalismo y la urgencia de transformación a la base social; todos elementos tan relevantes como sus personalidades, los propios matices de empatía, cultura de valores, su priorización y el respeto de la pluralidad de percepciones sobre la realidad social.
Con el autoconocimiento visualizamos nuestro liderazgo o remanencia a un estado de mero adoctrinamiento. Esta condición de consciencia implica conservar o ceder nuestra posición y capacidad de acción ciudadana para ser coagentes o bien del utilitarismo político como braceros rudimentarios de ideologías políticas ortodoxas, controversiales y extremas posiciones sin fundamentos ni aporte sustancial al desarrollo humano, o implícitamente incursionando terrenos de populismo y autoritarismo, pudiendo ser conducidos a tiempos peligrosos que históricamente no deben repetirse.
El fondo de la innovación social debe visualizarse enlazando elementos como los anteriores con la resiliencia, aunque infortunadamente es difícil ver un horizonte si no está claro nuestro rol ciudadano. Considerarme activista conlleva estar consciente de mis paradigmas y de que estos no contemplan la plena verdad social en sí mismos. Ser verdaderos activistas y convertirnos en los ya bien conocidos por concepto y poco empoderados por la praxis “Agentes de Cambio”, es además de un deber adquirido una misión apremiante para generar oportunidades de auténtico valor transformador.
Las juventudes trascienden la incidencia impulsando cambios sociales importantes convirtiéndose en tema de enfoque en la última década. Por ejemplo, el Banco Mundial presentó información sobre el Tercer Foro de la Red Mundial de Jóvenes contra la Corrupción en 2012, tratando la importancia del uso de los medios sociales en la lucha global contra la corrupción. Recientemente, se observa este crecimiento participativo en temas de país, como sucedió en Guatemala, con el Congreso Nacional de Juventud 2018 de octubre, tratando la corrupción y cómo afecta a los jóvenes, además de su rol en la lucha contra esta.
Problemáticas transversales como el desempleo, la corrupción, el déficit educativo, la inseguridad y la falta de oportunidades son, entre otros factores, temas comunes y que afectan a nuestros países. Los jóvenes no sólo desean ser consultados, escuchados en mesas de diálogo o “beneficiarse” de alguna política pública, más bien urgen ser parte de los procesos. Una alternativa de concepto a plantear sobre resiliencia es esta adaptación a la idea de servicio, más allá de ceder la voz o pensar que es utilizada apropiadamente para difundir las ideas correctas, tomando conciencia y acción de nuestra responsabilidad.
Es innegable que la sociedad y sus elementos problemáticos evolucionan, siendo impostergablemente necesario que sus Agentes de Cambio lo hagamos, incorporando nuestras habilidades para fortaleza de las comunidades, desde estas y con estas. Ofrezcamos como primera innovación social el cambio de nuestros paradigmas, renovando nuestra forma de transformar el mundo.