Las voces serán más importantes que los votos. El voto es una manera muy pobre de saber lo que la gente quiere…
Joichi Ito
Gracias a la irrupción de la tecnología, a lo que Schwab llama la cuarta revolución industrial, el mundo ha cambiado rápidamente. Hemos conocido cosas impensables, la realidad aumentada, la virtualización del mundo, la impresión 3D, la automatización y digitalización de procesos, nanotecnología, el internet de las cosas, entre muchas otras tecnologías aplicadas a la vida cotidiana.
Pero la cuarta revolución industrial no se limita al ámbito productivo, también el ámbito político y social se ha visto inmersos en este vorágine tecnológico. Hay muchas aplicaciones de la tecnología en este ámbito, pero uno que ha tomado mayor protagonismo es la tecnopolítica.
La tecnopolítica es definida por Antonio Guitierrez Rubí, como la acción, comunicación y gestión política a través de la tecnología. Lo interesante de la definición de Gutierres-Rubí es que la tecnopolítica pone en el centro de la acción política al individuo y sus comunidades.
Para Edwards y Hecht (2010) la tecnopolítica se define como un híbrido de los sistemas técnicos y las prácticas políticas, que generan nuevas formas de poder. Toret (2013) también define la tecnopolítica, y la entiende como como el uso táctico y estratégico de
herramientas digitales para la organización, comunicación y acción colectiva.
Internet ¿campo de batalla?
Para Rumold (2015), el internet se ha convertido en un espacio discordante entre dos paradigmas comunicativos: libertad de información frente a secretismo y vigilancia.
Gracias a lo anterior, el Internet, las redes sociales y el mundo digital, se ha convertido en un campo de batalla. Aquí convergen ideas tan iguales como contrarias, y ha dado voz a todo aquel que tiene acceso a un dispositivo digital.
Aquí se viven las épicas batalla de antaño, las batallas de espadas y flechas del medioevo, las batallas de pólvora de la modernidad y las batallas de fusil, tanques y drones de la posmodernidad.
Internet concentra todo el odio reprimido por años. Se ventila información nociva, fake news, campañas de desacreditación de funcionarios o políticos. Internet quita y pone presidentes.
Ante esta realidad, la utilización de Internet, las redes sociales y los medios digitales es clave en la política del siglo XXI, la denominada tecnopolítica.
Tecnopolítica en la práctica
Desde emoticones hasta hashtags, pasando por challenges y facebook lives, así se llena la política en la actualidad. Para que una estrategia electoral triunfe, debe tener un alto grado de digitalización. Así mismo, para que política pública tenga el alcance esperado, no debe pasar desapercibida la estrategia digital.
Basta con abrir las aplicaciones sociales en los teléfonos, y tenemos un Inicio lleno de política. Promesas de campaña, aplicaciones para ciudadanos, organizaciones civiles manifestándose en redes, trending topics políticos, diplomacia digital, férreas discusiones entre políticos por Twitter, todo esto al alcance de nuestro teléfono y en tiempo real.
Los memes no pueden faltar en el análisis de la tecnopoítica. Los memes representan esa pequeña asimilación de los problemas sociales mostrados en una imagen y pocas palabras.
Para Gutierrez-Rubí, la sátira visual ha desplazado la crítica argumental, y su capacidad viral es imparable. El humor social canaliza el malestar. Y también el cinismo. Por su poderosa eficacia, la comunicación política no puede prescindir (o ignorar) el extraordinario potencial de la política a golpe de memes. La viralidad de la tecnología es la clave para mostrar el exito de este tipo de política en el siglo XXI.
Guatemala 2015
En Guatemala, una sola persona escribió por primera vez el Hashtag #YoNoTengoPresidente y #RenunciaYa, y en 2015 significó el fin del gobierno de Otto Pérez Molina. Horas después del primer tuit, este movimiento era ya tendencia en el país, y luego tendencia internacional. De la manifestación en redes sociales pasaron a la manifestación en la plaza central del país, y luego al paro nacional, y finalmente a la renuncia de la vicepresidenta Baldetti y finalmente del presidente Pérez Molina.
La tendencia regional es la misma, la tecnopolítica es la política de hoy. En ella convergen los dos actores principales (y muchos más actores secundarios) de la política: el ciudadano y los políticos.
En la región hay una presencia importante de los políticos en las redes y en el ámbito tecnológico, desde las campañas políticas hasta el gobierno digital. Por esta razón el análisis de la tecnopolítica es importante, ya que es parte de nuestra cotidianidad, y nos hemos convertido en usuarios de esta nueva forma de hacer política, y, quizá sin darnos cuenta, somos actores director y participes en nuestros países.
Finalmente lo que la tecnopolítica está generando es una gran cantidad de información, conocidos como datos. El Big Data es parte importante de la tecnopolítica, y es utilizada para identificar tendencias y comportamientos de los ciudadanos en materia de servicios públicos, y por ende se convierten en los insumos perfectos de las promesas de campañas en las estrategias electorales de la región.