Por: Samuel Rosas
Mexicano. Estudio la Licenciatura en Economía en la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM). Actualmente funjo como Secretario General del Modelo de Naciones Unidas de la UAM. Soy miembro de diferentes iniciativas juveniles que inciden en el desarrollo social a nivel regional. Apasionado por la literatura, la gastronomía y el desarrollo sostenible.
Twitter: @Sam_Rosas
“Muchos de nuestros sueños no caben en sus variables macroeconómicas”
Edgar Ibáñez
La incertidumbre sobre el papel que realmente representan las juventudes en los proyectos de nación a nivel mundial se ha vuelto una constante; una problemática inexorable que trasciende fronteras e ideologías políticas. De acuerdo con el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA, por sus siglas en inglés), actualmente somos 1.8 mil millones de jóvenes alrededor del mundo; aproximadamente 140 millones en América Latina y el Caribe.
Actualmente, a nivel regional, los principales desafíos que enfrentan las juventudes son los siguientes[1]:
- Educación: aproximadamente un tercio de la población juvenil[2] no asiste a ninguna institución educativa.
- Maternidad adolescente: se estima que el 20% de todos los partos corresponden a mujeres menores de 20 años; una tasa que solo es superada por África.
- Participación juvenil.
- Pobreza: alrededor del 39% del total de jóvenes vive en condiciones de pobreza; siendo las zonas rurales las que conglomeran el mayor porcentaje.
- Salud: la salud reproductiva, entre otros aspectos, han lacerado la calidad y perspectiva de vida.
- Violencia: se cuenta con niveles considerables de violencia y homicidios; muchos de ellos arraigados por condiciones conflictivas dentro de cada nación.
Somos una región con altos niveles de desigualdad y que enfrenta equívocamente diversos retos endémicos; es algo conocido. A su vez, somos una región que suele perder de vista la estrategia; o bien, que bosqueja políticas públicas ignorantes de la importancia de la transversalidad y la resiliencia. Se ha forjado una región que observa de manera altiva la agenda de oportunidades que puede y debe representar la población juvenil. Se ha asumido que los retos deben ser atendidos con base en la diferenciación de edades, no por capacidades. Históricamente, la mayoría de los espacios que se han abierto han estado focalizados en mecanismos de consulta. Cierto es, un paso importante es buscar conocer las principales necesidades o problemáticas que enfrenta un sector específico. No obstante, es ante la generación de mecanismos de incidencia como se logra generar un verdadero cambio en el paradigma.
Se
debe comprender que la participación juvenil no está aislada de los temas como
sociedad en su totalidad. Tenemos voz y buscamos incidir, no en abstracción,
hermetismo o aislamiento, sino con perspectiva de comunidad.
[1] Estadísticas retomadas del análisis realizado por el Fondo de Población de las Naciones Unidas. Disponible en: http://lac.unfpa.org/es/temas/adolescencia-y-juventud.
[2] Entre 15 y 29 años.